Actualizado el 12 de febrero de 2025 por Carlos José Belmonte López
El cuidado del corazón es una responsabilidad personal que, al mismo tiempo, puede mejorar nuestra calidad de vida. La Fundación Española del Corazón (FEC) subraya este mensaje, enfatizando que un corazón sano depende de múltiples factores, especialmente de nuestras rutinas diarias. Adoptar hábitos saludables no solo beneficia nuestra salud cardiovascular, sino que también repercute positivamente en nuestro bienestar general.
Las cifras no mienten
Andrés Íñiguez Romo, presidente de la Fundación Española del Corazón, ha compartido su visión sobre la salud cardiovascular y cómo mantenerla. Asegura que el no seguir hábitos cardiosaludables y no controlar los factores de riesgo puede aumentar significativamente la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares. “La probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular es grande”, afirma Íñiguez, a lo que añade que estas condiciones representan una verdadera epidemia en nuestra sociedad.
En España, estas patologías son responsables de aproximadamente 120.000 muertes y más de 500.000 ingresos hospitalarios al año. Para ponerlo en perspectiva, en comparación con el número de víctimas de la pandemia de Covid-19, las muertes anuales por enfermedades cardiovasculares continúan superando la cifra de 80.000. “La ciudadanía no es consciente de esta realidad”, lamenta Íñiguez.
Importancia de un estilo de vida saludable
Adoptar estilos de vida saludables puede ser el primer paso hacia un corazón más sano. Andrés Íñiguez sugiere cuatro rutinas imprescindibles: la alimentación equilibrada, la actividad física regular, la eliminación de sustancias tóxicas y el control de los factores de riesgo. Cada uno de estos elementos juega un papel crucial en la preservación de nuestra salud cardiovascular.
Comer sano y menos
La alimentación es fundamental para mantener un corazón sano. La recomendación de Íñiguez es seguir la pirámide de la dieta mediterránea. Es esencial consumir diariamente entre tres y cuatro raciones de verduras y hortalizas, dos a tres porciones de frutas de temporada, tres raciones de cereales integrales, dos de lácteos, cuatro cucharadas de aceite de oliva virgen y una porción de frutos secos sin sal añadida.
Además, es crucial incorporar legumbres en nuestra dieta, con al menos tres raciones a la semana. También sugiere que el consumo de pescado, carnes blancas y huevos esté presente tres a cinco días por semana, mientras que las carnes rojas, embutidos y dulces deben consumirse de manera ocasional.
Más allá de la salud de los alimentos, Íñiguez destaca la importancia de la cantidad que comemos. “La dieta tiene que ser sana, pero también moderada en calorías”, advierte. Excederse en el consumo calórico puede llevar a la acumulación de grasa corporal. Para controlar el peso, es recomendable usar la báscula y asegurarse de que este no supere las dos últimas cifras de nuestra estatura.
Caminar 45 minutos diarios
La actividad física es el compañero ideal de una buena alimentación. La FEC sugiere caminar al menos 45 minutos diariamente, lo que se ha demostrado que brinda beneficios cardiovasculares comparables a los de ejercicios más intensos, y además, reduce el riesgo de lesiones. Sin embargo, complementar esta actividad con ejercicios de fuerza durante 15 minutos al día mejora la masa muscular y la salud en general.
Estar inactivos puede aumentar el riesgo de sufrir hipertensión, diabetes y otros problemas de salud. Un estudio realizado por la Fundación Española del Corazón resalta que el 41% de los niños menores de 15 años presentan factores de riesgo como el sedentarismo y la obesidad, lo cual es preocupante.
Por el contrario, realizar ejercicio con regularidad provoca cambios metabólicos positivos, como una reducción en la presión arterial, un aumento del colesterol HDL (el “bueno”) y disminución de los triglicéridos.
Evitar el tabaco y el alcohol
La eliminación de sustancias nocivas es otra recomendación clave. Fumar es un factor de riesgo significativo que puede triplicar el riesgo de infarto agudo de miocardio en comparación con los no fumadores. La buena noticia es que dejar de fumar puede reducir este riesgo a la mitad en solo cinco años.
El consumo excesivo de alcohol también plantea riesgos. Puede desencadenar arritmias y contribuir al desarrollo de disfunción ventricular. En algunos casos, la ingesta repentina y elevada de alcohol puede aumentar el ritmo cardíaco, lo que se conoce como “síndrome del corazón en vacaciones”.
Controlar los factores de riesgo y dormir lo suficiente
Un enfoque proactivo en la supervisión de los factores de riesgo es esencial; por ejemplo, la hipertensión es un problema común. Tener la presión arterial alta significa que el corazón debe trabajar más duro, lo que puede llevar a un desarrollo no saludable del músculo cardíaco. Igualmente, los niveles altos de colesterol pueden provocar la formación de placas que comprometen el flujo sanguíneo.
Por último, no hay que ignorar la importancia del sueño. Asegurarse de descansar al menos siete horas al día puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Un estudio revela que las personas que combinan hábitos saludables y duermen lo suficiente reducen el riesgo de mortalidad cardiovascular en un 83% en comparación con aquellos que no hacen lo mismo.
El estrés también afecta nuestro corazón. Suele inducir hábitos poco saludables, como comer en exceso o dormir menos. Tomarse el tiempo para relajarse y cuidar de uno mismo es esencial para preservar la salud del corazón.
Con estos hábitos al alcance de todos, cada persona puede contribuir a su salud cardiovascular y vivir con tranquilidad, sabiendo que está cuidando de su corazón.