Ictus en aumento: prioriza la prevención y tratamiento inmediato para reducir secuelas

Actualizado el 18 de diciembre de 2024 por Carlos José Belmonte López

En España, la incidencia del ictus se ha vuelto alarmante. Cada año, aproximadamente 90.000 nuevos casos de ictus son diagnosticados, lo que se traduce en más de 23.000 muertes solo en 2023. Esta grave situación implica que, además de su letalidad, el ictus se erige como la principal causa de discapacidad en el país, afectando a más del 30% de aquellos que logran sobrevivir.

El ictus y sus secuelas

Las secuelas tras un ictus pueden variarse notablemente, y su gravedad depende de varios factores. Según expertos, “la gravedad del episodio, el área cerebral afectada, la rapidez con que el paciente recibe tratamiento y sus condiciones de salud previas” son determinantes a la hora de evaluar las consecuencias. Por ello, se hace crucial un enfoque integral que contemple una rehabilitación temprana.

Como señala Mª Mar Freijo, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, “la rapidez con la que se reciba atención médica influirá enormemente en el pronóstico”. Cada minuto que pasa sin que la sangre llegue al cerebro puede resultar en la muerte de casi 2 millones de neuronas. Así, la frase “el tiempo es cerebro” se convierte en un mantra en el abordaje de esta enfermedad. Si se sospecha un ictus, es fundamental contactar urgentemente con los servicios de emergencia.

Factores de riesgo

Pero, ¿por qué ocurre un ictus? La respuesta se encuentra en la interacción de múltiples factores de riesgo. “La hipertensión, la diabetes, el colesterol elevado, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y el sedentarismo son algunos de los principales factores que incrementan considerablemente el riesgo de sufrir un ictus”, explica Joan Ferri, director general de Irenea, que también destaca la importancia de la prevención y manejo médico.

Estos factores contribuyen al daño de los vasos sanguíneos y a la formación de coágulos. Esto puede dar lugar a un ictus isquémico, o en el caso de la ruptura de un vaso sanguíneo, a un ictus hemorrágico. No obstante, la relación entre estos factores de riesgo y el ictus está bien documentada y es ahí donde la implementación de tácticas preventivas es crucial.

Creciente preocupación por el aumento de casos

A medida que avanzamos hacia el futuro, las proyecciones son inquietantes. Se espera que, entre 2015 y 2035, la incidencia de ictus en la Unión Europea aumente en aproximadamente un 34%. Este crecimiento se atribuye principalmente al envejecimiento de la población y a estilos de vida poco saludables, como la obesidad y el sedentarismo. Esta evidencia subraya la necesidad de implementar estrategias integradas de prevención y neurorrehabilitación.

¿De qué depende que haya secuelas?

En los últimos años, gracias a avances en tratamientos y la identificación de la enfermedad, la mortalidad por ictus ha disminuido significativamente en Europa. Se estima que, en comparación con hace 30 años, las tasas de mortalidad han disminuido más de un 68% en Europa Occidental. Sin embargo, a pesar de esta mejora, las secuelas que resultan de un ictus suelen ser complejas, especialmente en casos moderados a graves.

Un estudio realizado en IRENEA, publicado en 2017, reveló que muchos pacientes experimentan déficits motores y un alto riesgo de caídas al iniciar la rehabilitación. Si bien hubo una mejoría general tras seis meses de tratamiento, solo el 11% de los pacientes alcanzó una discapacidad leve, sobre todo aquellos con buena función cognitiva en el ingreso.

Las secuelas del ictus son diversas e incluyen:

  • Pérdida de fuerza, falta de coordinación o pérdida del control de movimiento.
  • Propensión a caídas.
  • Trastornos visuales.
  • Trastornos del lenguaje.
  • Espasticidad (contracción permanente de ciertos músculos).
  • Trastornos de la sensibilidad (hormigueo o falta de sensibilidad al tacto).
  • Disfagia (dificultad para tragar).
  • Dolor superficial.
  • Incontinencia urinaria.
  • Alteraciones del estado de ánimo.
  • Deterioro cognitivo.

La importancia de la neurorrehabilitación

Frente a este panorama, la nueva estrategia en ictus del Sistema Nacional de Salud (SNS), presentada el 22 de octubre de 2024, destaca la necesidad de una neurorrehabilitación multidisciplinar desde las fases iniciales hasta las crónicas del ictus. Esta estrategia busca un continuum de atención, donde el tratamiento debe ser coordinado entre equipos agudos, de rehabilitación y atención primaria, para maximizar el bienestar a largo plazo de los pacientes.

En conclusión, la creciente incidencia de ictus en España y la evidencia sobre sus secuelas hacen necesario tomar conciencia sobre los factores de riesgo y la importancia de la prevención, así como de una atención integral a los afectados para mejorar su calidad de vida. Con una acción coordinada y efectiva, es posible optimizar la recuperación y afrontar este reto sanitario de manera más efectiva.

Carlos José Belmonte López
Carlos José Belmonte Lópezhttps://www.google.com/search?kgmid=/g/11rcl91syn
Licenciado en farmacia por la Universidad CEU San Pablo y Máster en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Doctorado y comprometido con la Salud Humana

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