Actualizado el 25 de noviembre de 2024 por Carlos José Belmonte López
La obesidad es un tema que genera preocupaciones tanto a nivel personal como social. En este sentido, cada vez hay una mayor conciencia sobre la gravedad de esta patología, que afecta a una de cada cinco personas en España. Sin embargo, a pesar de que el 80% de los españoles reconoce la obesidad como una enfermedad, existe una gran brecha en el conocimiento sobre su naturaleza y causas.
Causas multifactoriales de la obesidad
La idea de que la obesidad se puede evitar únicamente mediante hábitos de vida saludables es un entendimiento superficial de un problema mucho más complejo. Según una encuesta realizada por Novo Nordisk y GAD3, el 76% de los encuestados considera que un estilo de vida poco saludable es la principal causa de la obesidad. A este respecto, Mar Malagón, presidenta de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), subrayó la necesidad de elevar el nivel de conocimiento sobre esta condición. “La obesidad es una enfermedad multifactorial, donde el estilo de vida juega un papel, pero también hay factores genéticos, biológicos y ambientales que influyen”, explicó Malagón durante la presentación del informe.
Por una parte, es fundamental considerar la influencia de aspectos genéticos junto con factores biológicos como la menopausia o el embarazo, que pueden tener un impacto significativo en el aumento de peso. Malagón destacó que “en la mujer, durante la menopausia, se produce una caída en los niveles de estrógenos que puede contribuir a la acumulación de grasa abdominal. Esto, a su vez, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares”.
Por otro lado, los factores ambientales también juegan un papel crucial. La experta mencionó que “el calentamiento global se asocia a un aumento de la obesidad” y enfatizó la relevancia de problemas menos publicitados como la falta de sueño o el consumo de ciertos medicamentos que pueden influir en el peso corporal.
Impacto emocional de la obesidad
El estigma asociado a la obesidad puede llevar a un impacto emocional significativo en los afectados. Muchos pacientes evitan buscar ayuda médica, creyendo que pueden resolver sus problemas de peso solo con voluntad y esfuerzo individual, sin comprender que hay mucho más en juego. Malagón advirtió que “los pacientes interiorizan que su obesidad es culpa suya, lo que provoca un estigma social que puede resultar en una mayor tasa de depresión y ansiedad”.
Es crucial entender la obesidad de manera integral. La solución no puede ser simplemente una dieta o más ejercicio. Malagón propuso un enfoque personalizado que tome en cuenta factores genéticos, emocionales y farmacológicos, ajustándose a las necesidades individuales de cada paciente. “El plan de tratamiento debe ser flexible y considerar las condiciones socioeconómicas que influyen en la obesidad de cada persona”, añadió.
Diferencias en la percepción de la obesidad entre géneros
Al observar las inquietudes de hombres y mujeres respecto a la obesidad, encontramos diferencias significativas. Para los hombres, la salud cardiovascular es la principal preocupación (34% de ellos), mientras que las mujeres tienden a preocuparse más por el aspecto emocional (33%). Según la encuesta, las comorbilidades más alarmantes para la población son principalmente las enfermedades cardiovasculares (33%), el cáncer (19%), y el dolor y afectación de las articulaciones (12%).
Malagón enfatizó que, “además de ser una enfermedad, la obesidad actúa como un factor de riesgo para el desarrollo de otras patologías”. Por tanto, es esencial que la sociedad reconozca que la obesidad no es solo un problema de peso, sino un grave problema de salud que debe ser abordado con seriedad.
Percepciones y opciones de tratamiento
A pesar de la creciente conciencia sobre la obesidad, solo un 13% de los encuestados se mostraron dispuestos a considerar tratamientos farmacológicos para su condición, optando en su mayoría por soluciones más tradicionales como el ejercicio (65%) y las dietas (60%). Asimismo, el ayuno intermitente es considerado por un 18%, lo que señala la fuerte preferencia por métodos no farmacológicos.
Malagón destacó la necesidad de mejorar la formación de los profesionales sanitarios para que puedan ofrecer a los pacientes la información necesaria respecto a los tratamientos disponibles. “Al igual que no cuestionamos a alguien que busca tratamiento para la hipertensión, este mismo enfoque debe aplicarse a las personas que luchan con la obesidad”, concluyó.