Actualizado el 6 de diciembre de 2024 por Carlos José Belmonte López
El síndrome de piernas inquietas (SPI) es una condición neurológica que afecta a muchas personas, aunque no siempre se asocia a problemas de salud serios. Este trastorno se caracteriza por una necesidad imperiosa de mover las piernas, especialmente en momentos de reposo, lo que puede interferir significativamente en la calidad de vida de quienes lo padecen. A pesar de ser relativamente común, con una prevalencia de entre el 7,5% y el 12% de la población, muchas veces se pasa por alto y puede tardar años en diagnosticar.
Testimonials del SPI
Purificación Titos, presidenta de la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI), sufrió durante 20 años antes de comprender lo que le sucedía. “Estaba en el tercer trimestre de mi segundo embarazo cuando comencé a notar algo muy raro en las piernas que me obligaba a moverme”, explica. Los síntomas suelen aparecer entre las últimas horas de la tarde y el inicio de la noche, y son especialmente problemáticos en situaciones de descanso. “Justo al acostarme o al tumbarme en el sofá, sentía una inquietud que me impedía quedarme quieta”, añade Titos.
La lucha de Purificación por encontrar alivio era constante. Al día siguiente, tenía que desempeñar su trabajo de maestra sin haber podido dormir, lo que complicaba aún más sus responsabilidades laborales. Recuerda un viaje en avión a México, donde tuvo que pedir permiso a las azafatas para poder caminar por el pasillo debido a sus síntomas. Además, evitaba actividades que la inmovilizaran, como el cine o la conducción, pues siempre sentía la necesidad de moverse.
El impacto emocional y físico
Purificación reconoce que su situación es mejor que la de muchos otros afectados. Algunos pacientes experimentan síntomas con menor frecuencia, relativamente una vez a la semana, pero hay quienes sufren de manifestaciones más severas, que pueden llevar incluso a la depresión. “En nuestra asociación hemos registrado el suicidio de una mujer que llevaba tiempo diciendo que no podía más”, revela Titos.
Los afectados se encuentran frecuentemente con la incomprensión de quienes les rodean. Los síntomas del SPI no son fáciles de comunicar, ya que a menudo se confunden con simples nervios o manías. En contraste, el impulso de mover las piernas en el SPI es incontrolable. Purificación lo describe así: “Es como si tuvieran hormigas o como si recibiera una pequeña descarga en las piernas”.
Causas del síndrome de piernas inquietas
Los mecanismos detrás del SPI aún se están investigando. Según la neuróloga Laura Lillo, codirectora de la Unidad del Sueño del Hospital Ruber Internacional, el síndrome es más común en mujeres, especialmente después de la menarquía. Se le conoce también como enfermedad de Willis-Ekbom. Los hallazgos apuntan a que el origen es **cerebral**, más que una cuestión de médula espinal o circulación sanguínea.
La enfermedad se relaciona con un “trastorno sensitivo-motor”, que afecta circuitos dopaminérgicos y glutamatérgicos en el cerebro. Aunque se han encontrado factores genéticos que parecen estar presentes en varios miembros de la misma familia, aún no hay un único gen identificado. Además, se ha observado un problema en la absorción y acceso del hierro al sistema nervioso central, lo que puede intensificar los síntomas.
Tratamiento y manejo del SPI
Inicialmente, se comenzaron a utilizar fármacos llamados agonistas de la dopamina debido a la implicación de este neurotransmisor en el síndrome. Sin embargo, Lillo explica que solo el 2-3% de los pacientes experimenta síntomas graves. En general, el pronóstico no es malo, pero las opciones de tratamiento son limitadas y el uso de agonistas a largo plazo puede empeorar la enfermedad.
Las guías clínicas actuales sugieren la administración de antiepilépticos como **gabapentina** y **pregabalina**, que pueden ayudar a regular el glutamato en el cerebro. En algunos casos, se puede considerar la suplementación de hierro, ya sea vía oral o intravenosa. Para los casos más severos, se recurre a opioides como la oxicodona o el tramadol.
Consecuencias adicionales del SPI
La necesidad de moverse con frecuencia durante la noche puede pasar desapercibida. Muchos no comprenden que la incapacidad para quedarse quieto es diferente a la insomnio habitual. Las consecuencias van más allá de la fatiga; los afectados tienen un mayor riesgo de problemas cardiovasculares, como hipertensión y diabetes, debido a la naturaleza del síndrome, que puede provocar movimientos periódicos de las piernas durante el sueño.
Los riesgos psiquiátricos también son una preocupación significativa. Estudios han mostrado que los pacientes con SPI están más propensos a desarrollar depresión y ansiedad, además de un mayor riesgo de suicidio. Purificación Titos, tras recibir tratamiento, experimentó una mejora notable en su calidad de vida, pudiendo disfrutar de noches completas de sueño y dedicando su tiempo a concientizar sobre esta enfermedad, para que más personas puedan buscar el tratamiento adecuado.