Actualizado el 26 de noviembre de 2024 por Carlos José Belmonte López
Con la llegada de la vejez, es común que las personas experimenten una pérdida de masa ósea y densidad. Esta transformación hace que los huesos se tornen más frágiles, las articulaciones se vuelvan más rígidas y los cartílagos se desgasten. Además, los músculos pierden tonificación y capacidad de contracción, lo que contribuye a una disminución general de la movilidad y del bienestar físico.
La importancia del ejercicio en la tercera edad
Ante este panorama, el ejercicio físico se convierte en una necesidad para las personas mayores. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos mayores de 65 años se esforzarían por realizar entre 150 y 300 minutos de actividad física moderada cada semana, con el fin de fortalecer su cuerpo y prevenir problemas de salud comunes en la tercera edad. Implementar una rutina de ejercicio ayuda a reducir la hipertensión, el riesgo de ciertos tipos de cáncer y disminuye las posibilidades de padecer diabetes, además de aumentar significativamente las chances de disfrutar de una vejez activa y saludable.
Un ejemplo inspirador: David Scott
Hay personas mayores, sin embargo, que van más allá de la actividad física básica y se sumergen en rutinas de alta intensidad. Un ejemplo de ello es David Scott, un hombre de 95 años que ha sido objeto de atención gracias a un artículo en la revista estadounidense Parade, donde comparte sus secretos de una vida activa. “Estoy sano y activo gracias a mi rutina de ejercicios”, comenta David con orgullo. “Me siento en forma para mi edad y mis principales objetivos son mantener una buena respiración, seguir moviéndome y mantenerme saludable”.
David afirma que los días en los que se siente mejor son aquellos donde realiza actividad física. Ahora, ¿cuáles son los detalles de su rutina diaria que lo hacen sentirse tan revitalizado?
Detalles de la rutina de David
Cada vez que se dirige al gimnasio, David camina un kilómetro, lo cual le sirve como un calentamiento y ayuda a elevar su frecuencia cardíaca. Una vez que llega al gimnasio, realiza sesiones de ejercicio que duran aproximadamente 30 minutos. Durante estas sesiones, utiliza diferentes pesas y se enfoca en estirar y flexionar sus músculos, costumando hacer unas 20 repeticiones en distintos ejercicios. Su entrenamiento típico incluye ejercicios para piernas, espalda y abdomen.
David utiliza cerca de 10 máquinas en cada sesión. “El ejercicio me permite sentir que tengo el control de mi cuerpo y me proporciona una perspectiva renovada del día que tengo por delante”, cuenta. Además, enfatiza que la actividad física le permite jugar con sus nietos con mayor facilidad y mantenerse a la par de ellos. Se siente rejuvenecido especialmente al practicar ejercicios como la extensión de piernas o el curl del predicador, y anima a los demás a simplemente empezar: “Hacedlo y no os arrepentiréis.”
Un pasado lleno de deporte
La dedicación de David al ejercicio no es cosa nueva. En su juventud, fue campeón de lucha libre en peso welter, motivado por su deseo de aprender a defenderse en un entorno que consideraba peligroso. “La lucha libre no solo aportó fuerza física, sino que también fue excelente para mi salud mental”, concluye. Este legado de fitness perdura a lo largo de su vida y ha contribuido a su excepcional longevidad y vitalidad.
En conclusión, el testimonio de David Scott es un recordatorio valioso de que nunca es tarde para adoptar un estilo de vida activo. El ejercicio no solo mejora la salud física, sino que también tiene un impacto positivo en el bienestar mental, algo que, en la actualidad, se menciona cada vez más entre los deportistas de élite y que resulta igualmente relevante para las personas mayores. La actividad física puede ser un pilar fundamental para disfrutar de una vida llena de energía y vitalidad en la tercera edad.