Adiós a los pasos genéricos: el ejercicio personalizado se erige como el nuevo pilar de la salud en adultos mayores

0
226

Actualizado el 11 de marzo de 2025 por Carlos José Belmonte López

En un contexto donde la esperanza de vida continúa en aumento, surge la imperiosa necesidad de cuestionarnos: ¿cómo podemos vivir más años sin comprometer nuestra calidad de vida? El Consenso Global sobre Recomendaciones Óptimas de Ejercicio para Mejorar la Longevidad Saludable en Adultos Mayores proporciona una respuesta clave: el ejercicio no es un adorno en la vida de las personas mayores, sino que se erige como un pilar esencial en su tratamiento.

Una nueva perspectiva en el cuidado de los mayores

Este documento, respaldado por un trabajo conjunto de expertos de 40 países y décadas de investigación, propone un cambio radical en la atención a los adultos mayores. Aboga por que los programas de ejercicio personalizados sean tan fundamentales como los tratamientos farmacológicos, dando un giro a las valoraciones tradicionales del cuidado de la salud en la vejez.

Compresión de la morbilidad

Uno de los mensajes más contundentes del consenso es el concepto de compresión de la morbilidad, que busca acortar al máximo los años de vida con discapacidad y aumentar los años de vida saludable. La evidencia recoge que los programas estructurados de ejercicio pueden añadir hasta diez años de vida sana, superando incluso los beneficios de muchas intervenciones farmacológicas.

Los beneficios del ejercicio en la salud

No se trata únicamente de sumar años a la vida, sino de garantizar que esos años transcurran con autonomía, energía y un bienestar integral. Para lograrlo, el consenso propone estrategias específicas orientadas a combatir la fragilidad, mantener la independencia y reducir los costos en el sistema de salud, generando un impacto positivo tanto a nivel personal como social.

Del sedentarismo a la acción

La relación entre la actividad física y un envejecimiento saludable no es un concepto nuevo. Desde la década de 1970, numerosos estudios epidemiológicos han subrayado que el ejercicio regular disminuye el riesgo de enfermedades crónicas como enfermedades cardiacas, diabetes y osteoporosis. Sin embargo, la recomendación de realizar un simple paseo de 30 minutos o acumular 10,000 pasos diarios resulta insuficiente para los adultos mayores que pueden tener condiciones de salud más complicadas.

Los estudios más recientes indican que el entrenamiento de fuerza progresivo, ya sea a través de pesas o máquinas, es crucial para mantener la función muscular y evitar la fragilidad que se asocia con el envejecimiento. No obstante, muchos de los programas actuales carecen de la debida intensidad. Tal como advierten los expertos, una dosis insuficiente de ejercicio puede ser tan ineficaz como un placebo, lo que sería inaceptable en el ámbito farmacológico.

Ejercicio como prescripción médica

El documento también afirma que el ejercicio debe ser abordado como una “prescripción médica de precisión”. Esto implica que cada programa de ejercicio debe ser individualizado, supervisado y adaptado a las necesidades y condiciones particulares de cada paciente, en lugar de ser visto como una opción secundario dentro de los planes de tratamiento.

El papel del ejercicio en el tratamiento de enfermedades

Entre los aspectos más destacados del consenso se encuentra que el ejercicio no solo actúa como medida preventiva, sino que también puede ser una herramienta efectiva para tratar ciertas enfermedades. Para los adultos mayores que sufren fragilidad o sarcopenia (pérdida de masa muscular severa), el entrenamiento de fuerza progresivo y el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) han demostrado ser altamente eficaces, preservando tanto la fuerza muscular como la resistencia cardiovascular.

Reducción de la polifarmacia

El uso de múltiples medicamentos, conocido como polifarmacia, es un problema común en la población mayor, aumentando los riesgos de efectos adversos. Este consenso subraya que en ciertos casos, el ejercicio puede suplantar o al menos disminuir la necesidad de ciertos medicamentos, como aquellos utilizados para tratar la hipertensión o la depresión, aliviando así la carga medicamentosa.

A pesar de la abrumadora evidencia que respalda la prescripción de ejercicio físico, este enfoque aún no ha sido plenamente integrado en los sistemas de salud. Aunque muchos hospitales han iniciado programas de ejercicio para pacientes con afecciones cardíacas, oncológicas o geriátricas, estos a menudo solo son implementados en las fases iniciales del tratamiento.

Barreras en la implementación del ejercicio

La infraestructura sigue siendo uno de los desafíos más significativos. En la práctica, resulta más sencillo recetar un medicamento que desarrollar e implementar un programa de ejercicio, aun cuando este último ofrece beneficios demostrados para la salud.

Además, la falta de formación en la prescripción de ejercicio por parte de los profesionales de la salud representa otro gran obstáculo. Muchos médicos carecen de capacitación específica para diseñar programas de ejercicio adaptados a cada paciente, subrayando la necesidad de contar con especialistas en este campo dentro del sistema de salud.

Un impacto positivo a largo plazo

Aunque la inversión inicial en infraestructura y formación pueda parecer elevada, la reducción de enfermedades crónicas mediante el ejercicio podría disminuir a largo plazo los costos asociados con hospitalizaciones y tratamientos prolongados, posicionando el ejercicio físico como una estrategia eficiente para la sostenibilidad de los sistemas de salud.

El documento aboga por iniciativas como “Exercise is Medicine”, que promueve la evaluación y prescripción del ejercicio físico como un “signo vital”, al mismo nivel que la presión arterial o la frecuencia cardíaca. Ejemplos de éxito como el programa VIVIFRAIL, respaldado por la OMS, demuestran que los grupos comunitarios de ejercicio pueden mejorar la capacidad funcional y reducir el riesgo de caídas en adultos mayores.

Una llamada a la acción

En resumen, el Consenso Global no es sólo una guía, sino un llamado a revolucionar la forma en que se abordan las enfermedades en la población mayor. Se plantea una meta ambiciosa pero realizable: formar a especialistas en prescripción de ejercicio dentro de los sistemas de salud, crear sinergias con centros comunitarios y normalizar la inclusión del ejercicio físico en los tratamientos médicos.

Como concluye el informe: “Vivir más años no es suficiente si no podemos levantarnos cada mañana con ganas de vivirlos”. Este es el desafío que se presenta ante nosotros y que, sin duda, merece atención y acción inmediatas.

* Mikel Izquierdo es Catedrático y Director del Departamento de Ciencias de la Salud en la Universidad Pública de Navarra.

** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.