Actualizado el 14 de marzo de 2025 por Carlos José Belmonte López
El ejercicio físico ha demostrado ser un aliado clave en la lucha contra el cáncer de mama, ofreciendo no solo beneficios físicos, sino también emocionales y psicológicos. En momentos tan desafiantes como el tratamiento de esta enfermedad, mantenerse activo se convierte en una forma de recuperar el control sobre la salud y el bienestar, lo que representa un paso vital en el proceso de curación.
Los beneficios de la actividad física
A lo largo de los años, la ciencia ha demostrado que la práctica regular de actividad física no solo mejora la calidad de vida de las pacientes, sino que también podría jugar un papel crucial en la disminución de los efectos secundarios relacionados con los tratamientos de esta enfermedad, como la quimioterapia, y contribuir a la prevención de recaídas. Expertas en oncología y pacientes lo confirman y nos lo explican.
El ejercicio físico puede reducir hasta en un 71% el riesgo de desarrollar cáncer de mama, según el estudio epiGEICAM (Imagen Ilustrativa Infobae)
Estadísticas que hablan por sí solas
El cáncer de mama es uno de los tipos de cáncer más comunes en todo el mundo. A pesar de su alta prevalencia, muchas mujeres no son plenamente conscientes de los beneficios que la actividad física regular puede aportar durante y después del tratamiento. Un estudio realizado por el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), el epiGEICAM, reveló que las mujeres españolas que llevan un estilo de vida sedentario tienen un riesgo hasta un 71% mayor de desarrollar cáncer de mama en comparación con aquellas que practican deporte.
Numerosos estudios muestran que las personas que practican ejercicio de manera regular tienen menos riesgo de desarrollar distintos tipos de cáncer, incluido el cáncer de mama. Además, aquellos que siguen una rutina de ejercicios tras ser diagnosticadas presentan índices de supervivencia más altos, especialmente en los distintos tipos de cáncer de mama, como el luminal A y B, HER2 positivo, y el triple negativo.
El rol del ejercicio en la recuperación
Las investigaciones han subrayado que mantener un estilo de vida saludable, que incluya ejercicio, es esencial para una recuperación integral. La Sociedad Española de Oncología Médica también avala estos beneficios, señalando que el ejercicio físico puede reducir en un 30% el riesgo de desarrollar cáncer y disminuir en un 20% la mortalidad por esta enfermedad. En resumen, la actividad física no solo previene, sino que puede mejorar considerablemente los resultados a largo plazo para las pacientes con cáncer de mama.
Una pregunta recurrente entre las pacientes diagnosticadas es cuándo es el momento adecuado para comenzar con el ejercicio. La respuesta es clara: “Antes, durante y después del tratamiento”. La fase de prehabilitación, antes de comenzar con tratamientos como cirugía o quimioterapia, debe incluir recomendaciones de ejercicio para preparar al cuerpo. Durante la quimioterapia, el ejercicio ayuda a reducir los efectos secundarios y mejora la tolerancia al tratamiento.
La actividad física regular ayuda a reducir efectos secundarios de tratamientos como la quimioterapia (Imagen Ilustrativa Infobae)
Ejercicios recomendados y supervisión profesional
Después del tratamiento, en la fase de rehabilitación, el ejercicio sigue siendo esencial para mejorar la calidad de vida y reducir las secuelas a largo plazo. Se recomienda realizar ejercicios que combinen actividades cardiovasculares y de fuerza. Los ejercicios de fuerza, como el trabajo con pesas, han demostrado ser los más beneficiosos en términos de supervivencia, además de mejorar la estabilidad articular y la función muscular.
Asimismo, los ejercicios de movilidad, estiramientos y propiocepción (equilibrio) son fundamentales, especialmente para prevenir y tratar la neurotoxicidad que ciertos tratamientos pueden causar. Aunque los beneficios del ejercicio están claros, es fundamental que las pacientes sigan un plan de actividad física diseñado por especialistas. El oncólogo, en colaboración con fisioterapeutas y expertos en ciencias del deporte, debe ser quien supervise el ejercicio para asegurar que sea seguro y adecuado a las condiciones de cada paciente.
Oncólogos y especialistas deben supervisar planes de ejercicio personalizados para pacientes (JUNTA DE EXTREMADURA)
Este enfoque personalizado asegura que el ejercicio sea una herramienta eficaz y no cause efectos adversos. Desde su capacidad para prevenir la enfermedad hasta su papel en la mejora de los resultados a largo plazo y la calidad de vida de las pacientes, mantenerse activas es esencial. Las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama deben ser conscientes de los beneficios que la actividad física puede ofrecer a nivel físico, emocional y psicológico.
En conclusión, el ejercicio no solo representa una estrategia de prevención y tratamiento, sino también una forma de empoderar a las pacientes en su viaje hacia la recuperación. Mantenerse activas no solo mejora la salud física, sino también el bienestar general, lo que resulta fundamental en la lucha contra el cáncer de mama.