Actualizado el 3 de marzo de 2025 por Carlos José Belmonte López
Rosetti – La importancia de caminar
Le voy a decir solamente una frase, y esta nota podría terminar ahí: los carteros viven más que los administrativos. Este descubrimiento fue realizado por el investigador británico Jeremy Morris, quien en la década de 1950 analizó la salud y longevidad de dos grupos de trabajadores en Londres, Reino Unido: los carteros, que caminaban largas distancias cada día, y los administrativos, que pasaban la mayor parte de su jornada sentados.
Los resultados de este estudio fueron contundentes: los carteros tenían tasas más bajas de enfermedades cardíacas y vivían más tiempo que los empleados de oficina. Morris llegó a la conclusión de que el nivel de actividad física diaria era el factor determinante en la diferencia de salud y longevidad entre ambos grupos. ¿Por qué? Porque caminaban. Desde entonces, se ha acumulado una gran cantidad de investigaciones que respaldan esta idea.
El ser humano está diseñado para moverse. A lo largo de la historia, la actividad física no era una opción, sino una necesidad. Cazar, recolectar, migrar y desplazarse largas distancias formaban parte de la vida cotidiana. Sin embargo, la modernidad nos ha llevado a un estilo de vida cada vez más sedentario. Pasamos horas sentados frente a pantallas, en autos o en oficinas, reduciendo drásticamente la cantidad de movimiento que realizamos a diario.
Caminar, aunque parezca una acción simple, es una herramienta poderosa para la salud. Estudios han demostrado que las personas físicamente activas tienen menos riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer. Además, se ha comprobado que el ejercicio regular prolonga la esperanza de vida y mejora la calidad de los años vividos.
Estudios recientes han señalado que la inactividad física es tan peligrosa como fumar y que aumenta significativamente el riesgo de muerte prematura. Las consecuencias de un estilo de vida sedentario no son inmediatas, pero a lo largo de los años se vuelven evidentes. La falta de movimiento provoca alteraciones metabólicas, afecta la circulación sanguínea y debilita el sistema cardiovascular.
Por otro lado, moverse no solo impacta en la cantidad de años vividos, sino en la calidad de vida. Quienes caminan regularmente tienen más energía, duermen mejor y mantienen una mejor función cognitiva con el paso del tiempo. Entonces, si el problema es la falta de actividad, la solución es simple: moverse más.
Para salir del sedentarismo, hay que sumar al menos 150 minutos de caminata semanal. No es necesario correr maratones ni hacer ejercicios extremos. Caminar rápido, pero sin trotar, es suficiente. La caminata debe ser a un ritmo que permita hablar o incluso cantar sin que falte el aire. Este es un buen indicador de que la intensidad es la adecuada.
Ser sedentario no es una opinión ni una sensación; es una condición medida por la ciencia. Se considera que una persona es sedentaria si camina menos de 150 minutos por semana. En otras palabras, si no realiza una actividad física aeróbica de caminata con una frecuencia suficiente, su salud puede verse comprometida.
El hallazgo de Morris en la década del 50 fue el puntapié inicial para numerosas investigaciones que confirmaron que el movimiento diario, especialmente la caminata, puede ser la diferencia entre una vida larga y saludable o una marcada por enfermedades prevenibles. Caminar rápido, sin trotar, es una estrategia sencilla pero efectiva para comenzar a incorporar más actividad en nuestra vida diaria.
Así que, a ponerse las zapatillas y empezar a caminar. Incorporar esta simple actividad puede tener grandes repercusiones en nuestra salud. Recuerda que cada paso cuenta y que el camino hacia una vida más saludable comienza con un simple gesto: el de dar un paso hacia adelante.
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.