Actualizado el 23 de octubre de 2022 por Carlos José Belmonte López
El sorprendente sistema esquelético del ser humano está concebido para suministrar soporte, permitir el movimiento y proteger los órganos internos del cuerpo. Los estudiosos de la anatomía humana, afirman que está compuesto por 206 huesos.
Esta maravilla de la ingeniería, envidia de muchas estructuras hechas por el hombre, merece cuidados especiales, dada sus importantes y contínuas funciones. Lamentablemente, cada día muchas personas se exponen a fracturas por lesiones deportivas o accidentes.
¿Cómo se produce una fractura? ¿Qué tipos de fracturas se conocen y cómo se tratan? Puesto que hablamos de un evento del cual nadie está exento, es conveniente saber las respuestas de estas y otras preguntas sobre este importante tema.
¿Qué es una fractura?
Una fractura es una ruptura total o parcial de un hueso a consecuencia de un accidente, una fuerte caída o una lesión deportiva, o en definitiva cuando se somete a la elasticidad del hueso a fuerzas o tracciones cuyas intensidades no puede superar.
Son provocadas por algún tipo de traumatismo, pero existen las denominadas patológicas, que se presentan en personas con alguna enfermedad de base, aún sin que sufran accidentes.
En tanto que, la fractura por estrés o sobrecarga, es una fisura delgada en el hueso que aparece por la aplicación prolongada o repetitiva de fuerza sobre el mismo.
En todos los casos, las fracturas provocan un dolor intenso y dependiendo de la gravedad, puede ameritar cirugía para recomponer el hueso.
¿Qué tipos de fracturas existen?
Las fracturas pueden ocurrir en casi cualquier hueso del cuerpo, sin embargo, las más comunes, por su continuo uso, son las de las extremidades y articulaciones.
Hay diferentes criterios de clasificación para las roturas de los huesos. Por ejemplo, en función del tipo de daño, se clasifican en:
- Completa. En la que el hueso se rompe en dos partes.
- En tallo verde. Es típica de los niños donde el hueso se rompe, pero no se separa en dos partes, que asemeja él quiebre de una rama de un árbol joven.
- Incompleta o fisura. Cuando el hueso solo está agrietado o parcialmente fracturado.
- Conminuta. Es una fractura completa en la que el hueso se quiebra en varios fragmentos.
- Abierta. En esta el hueso sobresale a través de la piel.
- Cerrada. Donde hay rotura, sin embargo, no sobresale el hueso por la piel.
Por otro lado, las fracturas por estrés se dividen en:
- Por debilidad. Se originan por algún tipo de deficiencia ósea que debilite los huesos.
- Por fatiga. Se producen por causa de una actividad exagerada y repetitiva.
Y finalmente, según el trazo de la fractura, puede hablarse de:
- Transversales. En estas la línea de fractura es perpendicular al eje longitudinal del hueso.
- Oblicuas. La línea de fractura forma un ángulo mayor o menor de 90 grados con el eje longitudinal del hueso.
- Fracturas longitudinales. La línea de fractura sigue el eje longitudinal del hueso.
Síntomas que indican la presencia de fracturas
Cada fractura tiene características especiales, que dependen del mecanismo de producción, la localización y el estado general previo del paciente.
Sin embargo, existe un conjunto de síntomas comunes a todas las fracturas que advertien de su presencia, entre ellas están:
- Dolor intenso. El dolor se focaliza sobre el punto de fractura y este aumenta de forma notable al menor intento de movilizar el miembro afectado y al ejercer presión sobre la zona.
- Deformidad. Algunas fracturas producen deformidades características, cuya observación es más que evidente para su diagnóstico.
- Hematomas. Son producidas por la lesión de los vasos que irrigan el hueso y de los tejidos adyacentes.
- Fiebre. En muchas ocasiones, sobre todo en fracturas importantes, se presenta fiebre después de una fractura, sin que exista infección alguna.
- Impotencia funcional. Se experimenta la incapacidad de llevar a cabo las actividades en las que normalmente interviene el hueso, a causa tanto de la propia fractura, como del dolor que esta origina.
Diagnóstico de las fracturas
Los procedimientos de diagnóstico que los profesionales de la salud emplean a menudo para determinar la presencia de una fractura ósea, son los siguientes:
- Radiografías. Este examen de diagnóstico, donde se utiliza rayos de energía electromagnética para producir imágenes de los tejidos internos, los huesos y los órganos en una placa, puede delatar la aparición de una fractura.
- Imágenes por resonancia magnética nuclear. Este procedimiento emplea una combinación de imanes grandes, radiofrecuencias y una computadora para generar imágenes detalladas de los órganos y estructuras dentro del cuerpo. También se realiza para descartar anomalías relacionadas con la médula espinal y los nervios.
Tratamiento de las fracturas
La persona que ha sufrido una fractura debe hacer la menor cantidad de movimientos posible, de lo contrario puede ocasionar más dolor o complicaciones. Por otra parte, si se trata de una fractura abierta, es prioritario la rápida intervención médica para prevenir una infección.
Tras la realización de una radiografía para identificar la posición del hueso fracturado y la investigación de la causa de la fractura para identificar los huesos dañados y cómo tratarlos, se llevará el hueso a su posición original.
En el supuesto de que el hueso sea muy largo o se haya fracturado en más de dos partes, es muy probable que el médico realice una cirugía e introduzca un clavo de metal para consolidarlo.
Ahora bien, si no se amerita la inserción de un clavo, el hueso se compondrá de forma natural. En estos momentos, el organismo activa un mecanismo de reparación, donde los huesos comienzan a producir células y vasos sanguíneos que gradualmente cerrarán las partes fracturadas del hueso hasta recuperar su forma original. Puede optarse también por utilizar injertos óseos para acelerar este proceso.
La mayoría de las fracturas requieren de la aplicación de un yeso o una férula para estabilizar y evitar que se mueva. Sin duda, ¡el sistema óseo es un regalo maravilloso que debemos proteger!