Actualizado el 8 de enero de 2025 por Carlos José Belmonte López
El estrés crónico se ha convertido en un tema de preocupación creciente, especialmente por su relación directa con el envejecimiento cerebral y las demencias, como la enfermedad de Alzheimer. La neuróloga Lorena Benavente, de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario Central de Asturias, destaca que el cortisol, una hormona clave en nuestra biología y asociada al estrés, tiene un impacto significativo en el desarrollo del envejecimiento cerebral. En este contexto, es vital entender cómo los distintos factores pueden influir en nuestra salud cognitiva a lo largo de los años.
Alimentación y su papel en el envejecimiento cerebral
Una parte fundamental de esta preocupación radica en la nutrición. La alimentación desempeña un papel crucial en cómo el cerebro y el resto del organismo funcionan. Según Benavente, una alimentación rica en nutrientes saludables constituye la materia prima de calidad que necesita el cuerpo para operar de manera eficiente. Esto se traduce en un menor riesgo de enfermedades y en una mejor protección contra el envejecimiento. El cerebro, al igual que cualquier otra parte del cuerpo, requiere un combustible adecuado para su correcto funcionamiento.
Alimentos aceleradores del envejecimiento
Es fundamental identificar los grupos de alimentos que pueden acelerar el envejecimiento. Estos incluyen, en particular, alimentos ultraprocesados, comida rápida, grasas trans, frituras, azúcares refinados y alcohol. «Una buena regla, según Benavente, es considerar potencialmente peligrosos aquellos alimentos cuyos ingredientes no podemos identificar fácilmente», aclara. Ejemplos de estos son la bollería, refrescos azucarados y todos los productos precocinados. Estos alimentos no solo afectan a nuestro metabolismo, sino que también pueden perjudicar nuestro cerebro a largo plazo.
Cambios a partir de la perimenopausia
En el caso de las mujeres, es esencial tener en cuenta los cambios hormonales que ocurren durante la perimenopausia. En esta etapa, la caída progresiva de los estrógenos se acompaña de un aumento en la tasa de receptores estrogénicos en ciertas áreas cerebrales, lo que puede tener implicaciones clínicas significativas. Esta vulnerabilidad se traduce en un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer en mujeres en comparación con el sexo masculino, como señala Benavente.
Las evidencias científicas, acumuladas a lo largo de los años, indican que los niveles elevados de cortisol afectan de manera diferente al cerebro de hombres y mujeres. Las mujeres parecen ser más susceptibles a la alteración de la glucosa y a la acumulación de beta amiloide, un factor clave en el desarrollo de Alzheimer.
El impacto del estrés crónico
No se puede ignorar el efecto del estrés crónico. Este es un factor de riesgo significativo no solo para el envejecimiento, sino también para enfermedades como la demencia y el Alzheimer. Según Benavente, niveles elevados de cortisol pueden facilitar la acumulación de proteínas tau y placas de amiloide en el cerebro, condiciones asociadas con el Alzheimer. Además, el estrés crónico está vinculado a la atrofia cerebral, lo que se traduce en un menor volumen cerebral y reducción de la actividad metabólica.
Alimentación proinflamatoria tóxica
El tipo de alimentación también puede influir de manera negativa en nuestro sistema inmunológico. Una dieta proinflamatoria, que estimula las vías de inflamación en el cuerpo, puede derivar en un estado inflamatorio que a su vez desencadena la producción excesiva de cortisol. Esto no solo acelera el envejecimiento cerebral, sino que también incrementa la vulnerabilidad a enfermedades neurodegenerativas. Los alimentos proinflamatorios no solo afectan al cerebro; impactan la salud vascular de todo el organismo.
Benavente advierte que la enfermedad vascular también puede ser un factor de riesgo para el envejecimiento cerebral, ya que puede acelerar las lesiones relacionadas con el Alzheimer y aumentar el riesgo de demencia vascular e ictus. La relación entre estos factores de riesgo destaca la importancia de un enfoque integral hacia la salud a partir de la alimentación adecuada.
Conclusiones y recomendaciones
Ante todas las evidencias expuestas, es fundamental estar conscientes de lo que comemos y cómo impacta en nuestro bienestar general y en la salud del cerebro. Las mujeres, especialmente, deben prestar atención a su nutrición a medida que atraviesan las diferentes etapas de la vida. Optar por una alimentación rica en nutrientes, evitando los alimentos ultraprocesados y proinflamatorios, puede marcar una gran diferencia en nuestra salud cognitiva y calidad de vida.
La prevención es clave. Identificar los alimentos que los perjudican y adoptar hábitos alimenticios más saludables contribuirá significativamente a mantener el cerebro en óptimas condiciones y combatir el envejecimiento. ¿Qué cambios estás dispuesto a hacer en tu dieta para cuidar de tu salud cerebral?