Actualizado el 30 de enero de 2025 por Carlos José Belmonte López
La relación que tenemos con la comida puede ser un punto clave tanto para nuestro bienestar físico como emocional. Sin embargo, muchas personas enfrentan una lucha interna: la ansiedad por la comida. Este problema a menudo se confunde con un simple antojo, lo que complica la forma en la que se aborda. Para entender mejor este fenómeno y ofrecer soluciones, consultamos a May Morón, coach personal y experta en nutrición emocional y hábitos saludables.
Cómo identificar este tipo de ansiedad, según May Marón
May Morón señala varias señales de alerta que pueden ayudarte a identificar si estás experimentando ansiedad por la comida:
- Comer sin hambre y no poder parar a pesar de sentirse llena.
- Sentimiento de culpa o vergüenza tras comer.
- Usar la comida como refugio emocional.
- Pensar constantemente en qué se puede o no comer.
- Dejar de hacer vida social.
- Comer a escondidas.
- Compensar con ayunos, diuréticos o ejercicio excesivo.
Marón advierte que si la comida deja de ser un placer y se convierte en un campo de batalla, es crucial revisar qué está ocurriendo en nuestra relación con ella.
Por qué sentimos ansiedad por la comida
La ansiedad por la comida puede surgir por diversas razones, tal como explica la experta en nutrición. Aquí algunas de las causas más relevantes:
- Estrés y emociones negativas: el estrés, la tristeza o el aburrimiento pueden llevar a buscar consuelo en la comida.
- Restricción alimentaria: etiquetar alimentos como «prohibidos» o «permitidos» genera un ciclo de control y descontrol.
- Cansancio emocional: el agotamiento mental y emocional puede incrementar la necesidad de placeres inmediatos, como el que brinda la comida.
- Creencias sobre la comida: haber seguido muchas dietas puede predisponer a la ansiedad alimentaria.
A nivel emocional, este tipo de ansiedad puede resultar en sentimientos de culpa, frustración y vergüenza, además de afectar negativamente nuestra relación con el cuerpo. Físicamente, puede influir en el peso, alterar el sistema digestivo y provocar trastornos de la conducta alimentaria.
Ansiedad por la comida y ¿cómo se diferencia de los antojos?
Para establecer la diferencia entre ambos términos, May Morón describe que la ansiedad por la comida implica una necesidad urgente de comer, aunque no se tenga hambre física. Este estado se manifiesta a través de una sensación de nerviosismo y pensamientos obsesivos sobre la alimentación, junto a un sentimiento de culpa posterior a las comidas.
A diferencia de esto, los antojos suelen ser más específicos y menos intensos. «Un antojo puede ser simplemente un trozo de chocolate o un puñado de patatas fritas. La principal diferencia es que un antojo puede esperar, mientras que la ansiedad se siente incontrolable y, generalmente, no está acompañada por la culpa», explica la especialista.
Desencadenantes comunes de la ansiedad por la comida
Varios factores pueden desencadenar la ansiedad por la comida, según la experta. Estos incluyen:
Platos variados
- Dietas y restricción: cuanto más se prohíbe un alimento, más deseo se genera por él.
- Falta de descanso: una inadecuada calidad del sueño puede afectar las hormonas que regulan el hambre.
- Hábitos aprendidos: si desde la infancia has utilizado la comida como premio o consuelo, es probable que este patrón persista en la adultez.
- Falta de placer en otras áreas: si no encuentras disfrute en otros aspectos de la vida, la comida puede acabar convirtiéndose en tu única fuente de satisfacción.
Estrategias efectivas para controlarla sin recurrir a la restricción
Finalmente, aquí algunas estrategias que pueden ayudar a manejar la ansiedad por la comida sin necesidad de restricciones extremas:
- No saltarse comidas: mantener una alimentación regular evita picos de hambre descontrolada.
- Comer suficiente y con placer: una dieta variada y satisfactoria puede disminuir la sensación de privación.
- Abandonar las dietas restrictivas: aprender a comer de manera consciente y saludable es fundamental.
- Gestionar emociones sin recurrir a la comida: identificar tus emociones y buscar alternativas de autocuidado es clave.
- Tener alternativas de autocuidado: descansar, establecer límites y priorizar tu bienestar ayudan a disminuir la ansiedad.
- Escuchar al cuerpo: come solo cuando tengas hambre real y detente cuando te sientas satisfecha.
- Eliminar la culpa: considera que la comida no es tu enemiga; disfrutarla sin remordimientos es esencial.
- Romper con el «todo o nada»: busca un equilibrio en tu relación con la comida, evitando caer en extremos.
- Buscar apoyo profesional si es necesario: no dudes en pedir ayuda, ya que es una forma de amor propio.
Reconocer y entender la ansiedad por la comida es crucial para mejorar nuestra relación con ella. Siguiendo estas recomendaciones, podemos avanzar hacia un enfoque más saludable y positivo sobre la alimentación.