Actualizado el 3 de enero de 2025 por Carlos José Belmonte López
La crononutrición ha cobrado relevancia en el campo de la nutrición, pero existe una notable confusión sobre su significado y sus principios. En gran medida, esto se debe a la cercanía del término con la dieta del reloj y el ayuno intermitente. Los nutricionistas y endocrinos consultados nos aclaran que, aunque los conceptos pueden parecer similares, se centran en ideas distintas y a menudo se confunden.
La crononutrición: ¿qué es?
El concepto de crononutrición fue introducido en 1986 por el doctor Alain Delabos, quien argumentaba que los alimentos afectan al organismo de diferentes maneras dependiendo de la hora en que se consumen. Actualmente, este enfoque se relaciona con el efecto de la alimentación sobre nuestro sistema circadiano, lo que implica un estudio detallado de cómo la ingesta de alimentos influye en la secreción de hormonas relacionadas con el hambre, la saciedad, el sueño y la tolerancia a la glucosa.
Confusión entre conceptos
La dietista nutricionista Paula Mariño Lorenzo, experta en el área, señala que hay una correlación errónea entre la dieta del reloj y prácticas como el ayuno intermitente. Este último se centra en períodos de abstinencia de alimentos, específicamente la idea de ayunar durante 14 horas. “La dieta del reloj se ha popularizado y ha confundido a muchas personas”, comenta Mariño, enfatizando que este patrón alimentario no debería limitarse a dejar de comer en ciertos momentos.
Los ritmos circadianos y la salud
La clave detrás de la dieta del reloj radica en entender cómo los ritmos circadianos afectan nuestro metabolismo y salud. Alfonso Vidal Casariego, endocrinólogo y presidente de la Sociedad Gallega de Endocrinología, destaca que no metabolizamos los alimentos de la misma forma durante el día. Por eso, sugiere organizar la ingesta de macronutrientes: en las mañanas, priorizando carbohidratos, y en las tardes o noches, centrándose en alimentos ricos en proteínas.
La influencia hormonal en el cuerpo varía también a lo largo del día. Por ejemplo, la producción de cortisol, que es una hormona fundamental, se incrementa en la mañana y disminuye progresivamente. Guadalupe Blay Cortés, experta del área endocrino-metabólica, advierte que la tolerancia a la glucosa tiende a bajar a medida que avanza el día. De este modo, una ingesta disfrazada, como la de carbohidratos en la noche, puede acarrear problemas, ya que el cuerpo no es capaz de procesarlos de manera eficiente en esos momentos.
La elección de horarios sobre los alimentos
Un aspecto crítico que subrayan los especialistas es que la dieta del reloj parece enfocarse más en el momento del día en que se ingieren los alimentos, en lugar de la calidad nutritiva de estos. Alfonso Vidal destaca que el valor de una dieta no radica únicamente en cuándo se come, sino también en seleccionar alimentos equilibrados y saludables. Según él, “una dieta inadecuada no se mejora sencillamente al comer a horarios establecidos”.
La falta de evidencia científica que respalde la eficacia de la dieta del reloj para la población general es motivo de preocupación. A diferencia de patrones alimenticios bien validados como la dieta mediterránea, esta modalidad no cuenta con un respaldo sólido en estudios. Aunque se han identificado algunos beneficios potenciales, como mejorar la sensibilidad a la insulina al consumir más calorías en la mañana, esto aún requiere de mayor investigación.
Consideraciones sobre el cronotipo
La diversidad en los ritmos circadianos que experimentamos los seres humanos es también un punto relevante. Mariño menciona que cada persona tiene un cronotipo diferente; algunos son más madrugadores mientras que otros son nocturnos. Esta variación implica que aplicar la misma estrategia de crononutrición puede no ser adecuada para todos, lo que legitima la importancia de recibir asesoría de profesionales en nutrición.
El papel del horario en la alimentación
A pesar de las dudas que rodean la dieta del reloj, Mariño y Blay coinciden en que el horario de las comidas es crucial. “Estudios sugieren que desayunar a primera hora y cenar temprano puede tener efectos positivos para quienes padecen diabetes o trastornos cardiovasculares”, explica Blay. Recomendaciones como no hacer la última comida del día más tarde de las 21:00-21:30 horas pueden ser áreas a considerar para mejorar la salud general.
En resumen, aunque la crononutrición puede ofrecer beneficios si se aplica correctamente, es fundamental adoptar un enfoque equilibrado y personalizado en nuestra alimentación. La clave no solo radica en seguir horarios estrictos, sino en garantizar que los alimentos elegidos proporcionen los nutrientes necesarios y en las cantidades adecuadas. Con todo, es esencial buscar la guía de especialistas que nos ayuden a adaptar nuestra dieta a nuestras necesidades individuales.