Adiós a la comida rápida: el peligroso estilo de vida de Donald Trump que podría afectar su salud según expertos

Actualizado el 26 de marzo de 2025 por Carlos José Belmonte López

La transparencia respecto a la salud del presidente Donald Trump ha suscitado polémica, especialmente durante el proceso de reelección en 2024. A pesar de haber prometido hacer públicos sus registros médicos, hasta la fecha no ha compartido esta información, lo que ha generado críticas y especulaciones sobre su estado físico.

Exámenes médicos al horizonte

Recientemente, un comunicado oficial de la Casa Blanca, fechado el 1 de marzo y firmado por su médico, Sean Barbarella, anunció que Trump completará su examen físico anual de rutina el próximo mes en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed. Este acontecimiento es crucial, ya que el peso y la salud general del presidente son temas de gran interés público, que podrían incluso influir en la salud del orden mundial.

Preocupaciones sobre el peso y la salud

El libro «All or Nothing», publicado a finales de febrero por Michael Wolff, brinda un retrato revelador de la campaña de reelección de Trump y su vida personal. Wolff, conocido por su habilidad para explorar la intimidad del presidente, menciona un posible “cansancio” asociado a su estilo de vida, que podría ser agravado por sus preferencias alimenticias.

En el libro, se sugiere que algunos allegados del presidente sospechaban que este podría estar tomando Ozempic, un medicamento utilizado para la pérdida de peso, lo que podría estar contribuyendo a su fatiga. Wolff también revela curiosidades sobre su dieta, destacando que desprecia la comida cubana y que su elección principal son los sándwiches de Jimmy John’s, además de ser un asiduo consumador de comida rápida.

Los efectos de los hábitos alimenticios en la salud

Un estudio de la profesora Jessica Gall Myrick, de la Universidad Estatal de Pensilvania, indicó que la cobertura mediática sobre la preferencia de Trump por la comida rápida podría reforzar percepciones positivas hacia este tipo de alimentación, a pesar de los riesgos asociados. Esto plantea la inquietud sobre cómo los medios de comunicación influyen en la salud pública, especialmente si normalizan hábitos alimenticios poco saludables.

Examinando el historial médico de Trump, se sabe que los informes sobre su peso han sido inconsistentes. En 2016, su médico personal informó que pesaba 107 kilos (236 libras), situándolo en la categoría de sobrepeso, con un índice de masa corporal (IMC) cercano a 29.6 kg/m². En 2018, se registró un peso de 108 kg (239 libras), y un año después, llegó a 110 kg (243 libras), clasificándose oficialmente como obeso según los estándares de la Organización Mundial de la Salud.

Riesgos para la salud del presidente

Aunque el IMC es un indicador que tiene limitaciones, como no distinguir entre masa grasa y masa muscular, muestra una tendencia preocupante en el caso de Trump, reflejando un aumento que supera la barrera de la obesidad. Además, la falta de datos precisos sobre su composición corporal imprime una incertidumbre mayor respecto a su estado de salud real.

Los informes médicos también han revelado que Trump es un paciente sedentario, con una inclinación hacia el golf pero sin actividad física complementaria. Esta falta de ejercicio, junto con su dieta, presenta un claro factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.

Adicionalmente, se ha observado un repunte en su puntuación de calcio coronario, que subió de 34 en 2009 a 133 en 2018, lo que indica un riesgo moderado de eventos cardíacos a medio plazo. Este dato es relevante, dado que la acumulación de placa en las arterias es una señal de advertencia que no se puede ignorar.

Signos de deterioro cognitivo

La combinación de una dieta poco saludable, inactividad y ciertas señales de deterioro en su discurso plantean un riesgo de declive cognitivo. Esto cobra especial relevancia al considerar que su padre fue diagnosticado con demencia y alzhéimer, lo que añade una preocupación adicional sobre su salud mental y cognitiva, en especial bajo un estilo de vida tan cuestionable.

Implicaciones sobre la percepción pública

Todo esto genera una necesaria reflexión sobre cómo los hábitos alimenticios de figuras políticas influyen en la salud pública. ¿Se debería normalizar un estilo de vida alimenticio que podría tener consecuencias graves tanto para ellos como para la población en general?

Por último, la expectativa de los resultados del próximo examen físico de Trump no solo se centra en su salud personal, sino que también impacta en la percepción pública sobre las prioridades en materia de salud y bienestar, tanto para él como para sus seguidores.

* José Miguel Soriano del Castillo es catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universitat de València.

** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.

German Fuertes Oterohttps://www.google.com/search?kgmid=/g/11p5t5jsss
CEO en PharmaSalud.net. Licenciado en medicina por la Stanford Medicine: Stanford, California, US, Máster en University of Cambridge: Cambridge, Cambridgeshire, GB y University of Oxford: Oxford, Oxfordshire, GB. Doctorado en Harvard University Harvard Catalyst: Cambridge, MA, US

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