Adiós a la dieta mediterránea: la dieta atlántica ofrece sorprendentes beneficios para la salud y el bienestar mental

Actualizado el 30 de noviembre de 2024 por Carlos José Belmonte López

También conocida como dieta atlántica del sur de Europa, la dieta atlántica es el patrón alimentario tradicional de Galicia y el norte de Portugal. Se caracteriza por un alto consumo de pescado (especialmente bacalao), legumbres, verduras y patatas (frecuentemente en forma de caldos), pan integral, productos lácteos, carnes rojas y embutidos de cerdo.

Beneficios para la salud

En primer lugar, debemos destacar que la dieta atlántica se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Esto incluye una reducción en la incidencia de infarto agudo de miocardio y la aparición de marcadores de riesgo coronario como la inflamación y los triglicéridos. Además, se ha observado una disminución de la resistencia a la insulina y la presión arterial, así como menores niveles de rigidez arterial y una reducción en la mortalidad por causas cardiovasculares en todas las edades.

Especialmente en personas mayores, este patrón alimentario ha demostrado ofrecer beneficios en la prevención de la mortalidad, con resultados similares a los observados en la dieta mediterránea. Un estudio reciente a nivel europeo indicó que una mayor adherencia a la dieta atlántica está relacionada con una disminución en la mortalidad por todas las causas y, en particular, por cáncer. Este hallazgo sugiere que existen múltiples formas de alimentarse de manera saludable, adaptadas a los productos locales de cada región.

Salud mental y componentes beneficiosos

La salud mental también se ve beneficiada por la dieta atlántica. Una investigación internacional reveló una relación entre esta alimentación y un menor riesgo de depresión, similar a los efectos reportados con la dieta mediterránea. Esto puede explicarse por la presencia de nutrientes importantes en los alimentos de la dieta atlántica, como los ácidos grasos omega-3, el zinc y el magnesio, que podrían jugar un papel en la mejora del bienestar mental.

Además, otros compuestos bioactivos, que incluyen polifenoles, carotenoides y vitaminas, pueden influir en la expresión génica, promoviendo así un envejecimiento saludable. Compuestos como el pimentón y algunas moléculas en las verduras crucíferas, como el repollo, pueden incluso tener propiedades anticancerígenas.

Impacto en la producción de leche materna

Por si fuera poco, la dieta atlántica mejora la composición de ácidos grasos y algunos minerales en la leche materna, favoreciendo así la salud de los lactantes. Investigaciones recientes también indican que este patrón dietético puede tener un impacto positivo en la microbiota intestinal, lo que podría repercutir positivamente en la salud digestiva y general de los individuos.

Es importante señalar que muchas de las investigaciones mencionadas son observacionales, lo que significa que se analizaron hábitos alimentarios existentes y sus efectos en la salud. No obstante, un estudio de intervención que proporcionó alimentos de la dieta atlántica a un grupo de voluntarios, junto con recomendaciones sobre su consumo, reveló una disminución en el peso corporal, niveles de colesterol y factores de riesgo metabólico.

Retos de sostenibilidad ambiental

En la actualidad, la sostenibilidad ambiental se ha convertido en un aspecto esencial para evaluar cualquier patrón nutricional, incluida la dieta atlántica. Sin embargo, las definiciones sobre lo que se considera sostenible pueden variar, ya que la percepción de la dieta tradicional de Galicia y el norte de Portugal puede diferir entre estudios y análisis.

Comparada con la dieta occidental, que prevalece en diversas áreas de Galicia hoy en día, la dieta atlántica podría ser más sostenible en ciertos aspectos. Algunos estudios han mostrado que presenta una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero de hasta un 15 %, aunque otros informes sugieren que estas emisiones son similares a las de otras dietas.

Comparación con la dieta mediterránea

Un trabajo comparativo reciente reveló que una mayor adherencia a la dieta atlántica está asociada con un menor impacto ambiental, en términos de uso del suelo y emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque el impacto ambiental es similar al de otros patrones dietéticos saludables, es algo mayor que el de la dieta mediterránea. Este último tipo de alimentación tiende a tener menores emisiones de gases de efecto invernadero y un uso de agua significativamente inferior.

Al analizar los diferentes grupos de alimentos, se señala que los productos de origen animal, principalmente el pescado, la carne y los lácteos, son responsables de alrededor del 70 % de las emisiones vinculadas a la dieta atlántica. Además, estos alimentos no forman parte clave del patrón mediterráneo, lo que subraya más la diferencia en su sostenibilidad.

Conclusiones y recomendaciones

En resumen, la dieta atlántica parece proporcionar numerosos beneficios para la salud, como la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y una mejora en la salud mental. Sin embargo, su impacto en el medio ambiente genera interrogantes, principalmente debido a su alto consumo de pescado, carne y lácteos. Esto sugiere que, aunque los beneficios para la salud son innegables, su sostenibilidad podría ser inferior.

Adotar este patrón alimentario, particularmente en Galicia y el norte de Portugal, podría ser una estrategia eficaz para mejorar la salud pública que, con ciertas modificaciones, podría además contribuir a reducir el impacto ambiental asociado.

* Adrián Carballo Casla es investigador en epidemiología geriátrica, Aging Research Center, Karolinska Institutet.

* Fernando Rodríguez Artalejo es profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad Autónoma de Madrid.

* Rosario Ortolá es investigadora en el departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad Autónoma de Madrid.

** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.

German Fuertes Otero
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CEO en PharmaSalud.net. Licenciado en medicina por la Stanford Medicine: Stanford, California, US, Máster en University of Cambridge: Cambridge, Cambridgeshire, GB y University of Oxford: Oxford, Oxfordshire, GB. Doctorado en Harvard University Harvard Catalyst: Cambridge, MA, US

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