Actualizado el 24 de marzo de 2025 por Carlos José Belmonte López
Los probióticos son microorganismos vivos, como bacterias y levaduras, que proporcionan beneficios al organismo cuando se administran en dosis adecuadas. Se encuentran de manera natural en alimentos fermentados, se añaden a ciertos productos alimenticios o están disponibles en forma de suplementos dietéticos. Sin embargo, surge una pregunta frecuente: ¿todo el mundo puede o necesita tomarlos, incluidas las personas sanas? La evidencia científica respalda el consumo de probióticos en muchos aspectos de la salud, pero es esencial aclarar quiénes pueden beneficiarse de ellos.
Microbiota intestinal y su papel en la salud
Para entender el impacto de los probióticos, primero debemos conocer la microbiota intestinal, que está compuesta por una variedad de microorganismos que predominan en el intestino grueso. Esta microbiota tiene múltiples funciones en el organismo. Por un lado, actúa como una barrera que previene la invasión de microorganismos patógenos. Por otro, juega un papel crucial en la digestión y en la absorción de nutrientes. Además, fortalece el sistema inmune, lo que es vital en situaciones de enfermedades autoinmunes o después de intervenciones quirúrgicas.
La importancia de los probióticos se ve reflejada en las declaraciones de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), que resaltan que “cuando una persona consume suficientes probióticos, esto ayuda a proteger el aparato digestivo de microorganismos dañinos y mejora la digestión y la función intestinal.” Por lo tanto, los probióticos desempeñan un papel relevante en el mantenimiento de la salud intestinal.
¿Quiénes deberían considerar su consumo?
Según una guía elaborada por la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) y la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC), “los organismos probióticos se emplean en una amplia variedad de contextos”. Esto incluye desde individuos sanos hasta personas que, aunque sanas, se encuentran en situaciones especiales, como bebés, mujeres embarazadas o ancianos, así como aquellos con diversas patologías. Esta amplitud de uso resalta la importancia de evaluar cada caso individualmente.
La población sana puede beneficiarse del consumo de probióticos. Para mejorar el sistema inmune, equilibrar el sistema intestinal o prevenir la diarrea del viajero son solo algunos ejemplos de situaciones en las que su uso puede ser beneficioso. “Se recomienda consultar con el médico antes de iniciar cualquier suplemento para determinar qué probiótico es el más indicado, la dosis adecuada y la duración del tratamiento”, enfatizan desde la SEFAC. Esto es crucial para asegurar un uso seguro y efectivo.
Riesgos y consideraciones al usar probióticos
Pese a los beneficios que ofrecen, es importante considerar los posibles efectos secundarios de los probióticos. Históricamente, el ser humano ha utilizado muchos de los microorganismos incluidos en los probióticos para fermentar alimentos. Según el NIH, en personas sanas, los probióticos pueden provocar gases, aunque raramente causan infecciones o problemas graves de salud. “Los problemas son más probables en individuos que están gravemente enfermos o que tienen un sistema inmunológico comprometido”, alertan las autoridades de salud.
Recomendaciones para la ingesta segura de probióticos
Es crucial seguir ciertas pautas para garantizar un consumo seguro de probióticos. Como se mencionó, es recomendable consultar con el médico antes de comenzar el tratamiento. Además, es importante seguir las indicaciones del fabricante respecto a la conservación y al modo de empleo. Por ejemplo, no se deben ingerir con alimentos o líquidos muy calientes y deben tomarse separadamente de los antibióticos”, subraya la guía consultada. También es vital seguir las recomendaciones en cuanto a la reconstitución del producto, si aplica, y la manera de tomarlo con respecto a las comidas.
Conclusión: Un aliado para la salud intestinal
En resumen, los probióticos son una herramienta poderosa que puede contribuir significativamente a la salud intestinal y al bienestar general. Su consumo puede ser beneficioso para la población sana, siempre y cuando se tomen las precauciones necesarias y se busque asesoramiento médico. Al entender su funcionamiento y sus beneficios, podemos integrarlos de manera efectiva en nuestra dieta, cuidando, por supuesto, de nuestra salud en todo momento.
