Actualizado el 24 de diciembre de 2024 por Carlos José Belmonte López
Con la llegada de las celebraciones navideñas, los alimentos tradicionales como mazapanes, turrones y roscones suelen acaparar la atención, pero no hay que olvidar que los mariscos, especialmente las gambas y los langostinos, son ingredientes clave en muchas mesas españolas. Estos crustáceos, además de ser un manjar, ofrecen importantes beneficios nutricionales, ya que son ricos en proteínas y tienen un bajo contenido en grasas. Sin embargo, su consumo debe llevarse a cabo con ciertas precauciones.
Beneficios nutricionales de los mariscos
Según la profesora de Nutrición de la Universidad Europea, Andrea Calderón, “estos mariscos son una rica fuente de minerales esenciales como el selenio, el zinc y el yodo, fundamentales para funciones antioxidantes, inmunitarias y tiroideas”. Asimismo, menciona que “contienen vitamina B12, crucial para la salud neurológica, y omega-3, que aporta beneficios para la salud cardiovascular”. Estas propiedades hacen que las gambas y los langostinos sean una opción saludable en una dieta equilibrada, siempre que su consumo se realice de manera responsable.
Sin embargo, es importante prestar atención a cómo se consumen estos mariscos, ya que, en muchos hogares españoles, es común chupar la cabeza de las gambas o langostinos por el intenso sabor que poseen. No obstante, esta práctica puede no ser tan saludable como se piensa y puede implicar riesgos para la salud.
Riesgos asociados al consumo de cabezas de mariscos
Hasta aquí todo parece positivo, pero ¿qué ocurre cuando se ingiere la cabeza de estos crustáceos? “Aunque la carne del cuerpo es la parte más nutritiva, la cabeza de las gambas y los langostinos acumula ciertos compuestos que pueden ser perjudiciales”, advierte Calderón. En esta zona se concentrarían metales pesados, como el cadmio y el mercurio, además de toxinas ambientales que podrían afectar la salud-enfermedia-a-lo-largo-plazo.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) ha recomendado desde el año 2011 evitar chupar las cabezas de los mariscos, y esta advertencia radica en la concentración de cadmio que presentan. “Incorporar alimentos ricos en este metal podría aumentar la exposición acumulativa, lo que supondría un riesgo para la salud a largo plazo”, señala la experta. Este metal, en exceso, podría causar daños en órganos como los riñones y el hígado, y también podría aumentar la fragilidad ósea.
El cadmio que se ingiere tiende a concentrarse en el cuerpo, principalmente en:
- Los riñones
- El hígado
Además, puede permanecer en el organismo durante años. Aunque una pequeña cantidad es eliminada lentamente a través de la orina y las heces, niveles elevados pueden sobrecargar la capacidad de transformación de estos órganos. Esta acumulación puede dar lugar a diversas afectaciones como:
- Afecciones renales, con riesgo de insuficiencia renal
- Problemas hepáticos
- Anemia
- Desmineralización ósea
Consideraciones finales y recomendaciones
No obstante, Calderón enfatiza que, aunque una ingesta ocasional no represente un riesgo significativo, “el consumo frecuente o en grandes cantidades podría superar los límites seguros establecidos”. Esta exposición acumulativa podría ser especialmente perjudicial para grupos vulnerables, como niños, embarazadas y personas con enfermedades renales.
Para ayudar a reducir la concentración de cadmio, la profesora recomienda hervir las gambas y langostinos, ya que parte del metal se disuelve en el agua durante la cocción. En cambio, cocinar estos mariscos a la plancha podría concentrar grasas y, junto con ellas, algunos contaminantes liposolubles.
Calderón concluye señalando que “la alimentación no solo debe ser placentera, sino también segura”. Por lo tanto, es importante disfrutar de los beneficios de los mariscos en el marco de una dieta equilibrada y consciente. “Se puede disfrutar del marisco como parte de la tradición, pero con moderación”, aconseja la experta.
Así, mientras disfrutamos de los banquetes navideños, es crucial que se tenga en cuenta no solo el sabor y las tradiciones, sino también los aspectos relacionados con la salud. A menudo, la clave está en la moderación y en la preparación adecuada de los alimentos.