Actualizado el 26 de noviembre de 2024 por Carlos José Belmonte López
La importancia de aprender a comer bien se hace evidente desde una edad temprana. La alimentación no solo nutre nuestro cuerpo, sino que también establece la base para la salud futura de los individuos. Por lo tanto, es fundamental que los niños adopten hábitos alimentarios saludables y disfruten del momento de las comidas familiares, sin distracciones ni dispositivos móviles que puedan alterar sus patrones de ingesta.
Influencia de las pantallas en los hábitos alimentarios
A pesar de lo que parece una regla básica, la realidad revela que muchos niños no cumplen con esta práctica. Según una encuesta reciente, se estima que alrededor del 60% de los niños y niñas come frente a pantallas. Este comportamiento tiene un impacto notable en sus hábitos alimentarios. La Encuesta sobre Hábitos Alimentarios a Escolares de Primaria, realizada por la Fundación Eroski a 2.126 menores de entre 8 y 12 años en varias comunidades autónomas del norte de España, respalda estas afirmaciones y muestra la necesidad de cambiar conductas arraigadas en la cultura familiar.
Comportamientos durante las comidas
Los resultados de la encuesta también reflejan que un 66% de los encuestados ve la televisión durante las comidas, mientras que un tercio admite utilizar dispositivos como tabletas o videoconsolas en estos momentos. Este uso de tecnología durante la hora de comer puede reducir la conciencia sobre lo que se está ingiriendo y, por ende, afectar negativamente la alimentación de los niños.
Consumo de bebidas y alimentos poco saludables
Un hallazgo preocupante del estudio es que, aunque el 94% de los encuestados reconoce consumir agua como bebida principal durante las comidas, un 27% también está bebiendo zumos, y un 19% refrescos. Por otro lado, el 92% admite comer hamburguesas, pizzas, perritos calientes y patatas fritas semanalmente, y un 44% consume bollería o dulces más de tres veces por semana. Los expertos advierten que estos alimentos son altamente calóricos y están asociados con el aumento de problemas como la obesidad infantil.
La necesidad de educación alimentaria
El director de la Fundación Eroski, Alejandro Martínez Berriochoa, enfatiza que “la alimentación saludable debe ser un esfuerzo colectivo”. Necesitamos que las familias estén informadas, que existan educadores comprometidos y que las políticas públicas fomenten hábitos saludables en la infancia. La escasa influencia de los docentes en los hábitos alimentarios actuales resalta la oportunidad que tienen las escuelas de enseñar prácticas saludables. De hecho, la Fundación Eroski está comprometida con la educación en alimentación, habiendo alcanzado a más de 2.110.000 escolares menores de 12 años a través de su Programa Educativo en Alimentación y Hábitos de Vida Saludables.
La participación infantil en la alimentación
El 92% de los niños y niñas encuestados afirma que se tiene en cuenta su opinión a la hora de hacer la lista de la compra familiar, y casi la mitad (un 45%) acompaña a sus padres a comprar alimentos. En lo que respecta a la cocina, un 82% asegura colaborar, al menos ocasionalmente, en la preparación de las comidas. Este nivel de involucramiento puede ser positivo, ya que fomenta un sentido de responsabilidad en torno a la alimentación.
La conexión entre emociones y alimentación
Es interesante destacar un aspecto emocional en los hábitos alimentarios. Los datos indican que el 45% de los encuestados tiene conciencia de que sus hábitos alimentarios podrían mejorar, por ejemplo, consumiendo más frutas y disminuyendo la ingesta de productos menos saludables. Esta toma de conciencia muestra una actitud positiva hacia la mejora, pero también resalta el trabajo que resta por hacer. Además, casi la mitad de los menores (un 47%) manifiesta que tiende a comer más cuando están alegres, mientras que otros informan que comen menos cuando están tristes o enfadados. Este hecho subraya la necesidad de que los niños identifiquen sus emociones y comprendan cómo afectan sus decisiones alimentarias.
Conclusiones y pasos a seguir
Es evidente que hay un margen considerable para mejorar los hábitos alimentarios entre los niños y niñas de España. La combinación de educación en el hogar, la influencia de referencias externas y la conciencia emocional acerca de la relación entre la comida y las emociones puede hacer una gran diferencia en la salud futura de estos menores. Adoptar una alimentación saludable no solo es responsabilidad de los padres y educadores; todos debemos esforzarnos por crear un entorno más propicio para que los jóvenes desarrollen una relación equilibrada con la comida.