Actualizado el 26 de noviembre de 2024 por Carlos José Belmonte López
Cada vez más personas están optando por reducir el consumo de carne roja y reemplazarla por aves y pescado. Esta tendencia no solo busca mejorar la salud, sino que también contribuye a disminuir el riesgo de enfermedades graves como las cardíacas, la diabetes y el cáncer. Además, es importante destacar que la producción de aves y pescado genera menos emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con la carne roja, lo que resulta beneficioso para el medio ambiente.
En este sentido, el profesor Christopher Golden, asistente de nutrición y salud planetaria en la Escuela de Salud Pública de Harvard T.H. Chan, comparte que «es mucho mejor para la salud y el medio ambiente reemplazar las fuentes de alimentos terrestres por fuentes de alimentos acuáticos». Este cambio en la alimentación se relaciona directamente con la búsqueda de fuentes de proteínas más saludables.
¿Es bueno consumir productos enlatados?
Debido a la falta de tiempo y la búsqueda de opciones prácticas, muchos consumidores recurren a productos enlatados y conservados, como el atún, la ventresca, los mejillones y las sardinas. Sin embargo, surge la pregunta: ¿son estos productos realmente beneficiosos para la salud si se consumen de forma regular?
Tomemos como ejemplo las sardinas en lata. Aunque su contenido en aceite puede aumentar el nivel de calorías y grasa, lo cual puede afectar el colesterol, estos productos siguen siendo una opción popular. Esto se debe a que las sardinas son una excelente fuente de ácidos grasos omega-3, que son conocidos por sus beneficios para la salud cardiovascular. Sin embargo, el uso de aceite y sal como conservantes puede hacer que su consumo habitual se convierta en una preocupación.
Un estudio reciente indica que la sal utilizada en la conservación puede impactar la tensión arterial y aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares. A este respecto, desde la organización ANFACO-CECOPESCA señalan que «su presencia en el producto final se limita al sabor, y su contenido no se considera alto según los estándares de la AESAN». Esta visión sugiere que, si bien la sal añade sabor, su consumo moderado dentro de una dieta equilibrada no implica un riesgo significativo para la salud.
Por otro lado, es esencial mencionar el asunto del bisfenol-A. Este compuesto se utiliza en el recubrimiento de las latas para prevenir la oxidación, pero puede filtrarse en los alimentos, afectando potencialmente la salud del cerebro y del sistema reproductivo.
Recomendaciones de los expertos
A la luz de estas consideraciones, los expertos de Harvard sugieren que es preferible consumir sardinas enlatadas de manera ocasional, especialmente si no se tiene el colesterol elevado. Hacerlo no debería sustituir el consumo de productos frescos, que ofrecen un perfil nutricional más completo. Si se decide optar por alimentos enlatados, se recomienda elegir opciones que sean bajas en sal y aceite.
Por lo tanto, al considerar los alimentos enlatados, es vital tener en cuenta tanto sus ventajas como desventajas. Si bien los productos como las sardinas pueden ofrecer un alto contenido nutricional, es necesario balancearlos con otras opciones más frescas y nutritivas.
En conclusión, el cambio hacia una dieta más basada en pescado y aves no solo favorece la salud individual, sino que también promueve una vida más sostenible. Elegir opciones enlatadas de manera prudente puede ser parte de un estilo de vida saludable, pero siempre es recomendable priorizar los alimentos frescos y de calidad.