Actualizado el 6 de diciembre de 2024 por Carlos José Belmonte López
Un equipo de investigación internacional ha revelado hallazgos sorprendentes sobre la genética y la alimentación que pueden tener relevancia en el abordaje de la obesidad y enfermedades relacionadas. Este estudio se centra en el gen de la sacarasa-isomaltasa (SI) y su papel en la regulación de la ingesta de azúcar en la dieta. Los investigadores han encontrado que los ratones que carecen de este gen tienden a consumir menos sacarosa y tienen una preferencia notablemente menor por los alimentos que la contienen.
Comportamiento alimenticio en humanos
Los resultados obtenidos con los ratones se han corroborado en amplias cohortes de personas. Se ha observado que aquellos con defectos genéticos en la digestión de la sacarosa tienden a consumir una menor cantidad de pasteles, pastelería, caramelos y chocolate. Esta similitud en comportamiento alimenticio entre ratones y humanos subraya la importancia del gen SI en las elecciones dietéticas diarias.
Impacto de la genética en la dieta
El análisis fue dirigido por Peter Aldiss, investigador en la Universidad de Nottingham (Reino Unido), en colaboración con expertos del Centro de Investigación Cooperativa en Biociencias (CIC bioGUNE). Los investigadores llevaron a cabo un enfoque nutrigenético, analizando cómo la variación genética en el gen SI afecta tanto la ingesta como la preferencia de sacarosa en la población humana. En específico, los individuos de Groenlandia que son incapaces de digerir la sacarosa consumieron significativamente menos alimentos ricos en este azúcar, y aquellos en el Reino Unido con una mutación en el gen SI mostraron una menor atracción hacia los alimentos azucarados.
Las consecuencias del consumo de azúcar
El impacto del consumo excesivo de azúcar en la salud es bien conocido. Las calorías en exceso del azúcar se relacionan con la obesidad y la diabetes tipo 2. En este contexto, Aldiss hace hincapié en que la capacidad genética para manejar la sacarosa no solo afecta la cantidad consumida, sino también la satisfacción que las personas experimentan al comer alimentos azucarados. Esto abre nuevas vías para potenciales tratamientos enfocados en el gen SI que podrían ser utilizados para ayudar a disminuir el consumo de sacarosa y, por ende, mitigar problemas de salud pública.
El equipo de Aldiss identificó una rápida disminución en la ingesta de azúcar entre los ratones sin el gen SI. Esta observación fue fundamental para validar la relación encontrada en las cohortes de personas, que incluyeron 6.000 individuos en Groenlandia y 134.766 en el Biobanco del Reino Unido.
Rumbo a nuevas terapias
La investigación sugiere que comprender cómo los defectos en el gen SI influyen en la reducción de la ingesta y la preferencia por la sacarosa podría facilitar el desarrollo de nuevas intervenciones terapéuticas. Estas terapias estarían dirigidas a reducir el consumo de sacarosa en la comunidad, lo cual podría tener un impacto positivo en la salud digestiva y metabólica de la población. Este enfoque proactivo podría ser especialmente relevante en un momento donde la salud pública enfrenta desafíos significativos debido al aumento de condiciones relacionadas con la dieta.
Avanzando en la nutrición
Para concluir, el estudio del equipo de investigación resalta cómo factores genéticos pueden influir en nuestras elecciones alimenticias y, en última instancia, en nuestra salud. Este conocimiento abre una ventana de oportunidad para explorar tratamientos que podrían transformar la forma en que abordamos la nutrición en la sociedad moderna. Con un claro entendimiento de la relación entre genética y dieta, se podrían implementar estrategias más efectivas para combatir los índices crecientes de obesidad y diabetes.
En un futuro no muy lejano, el avance en la comprensión de estos mecanismos podría permitir la creación de soluciones personalizadas, adaptándose a la composición genética de cada individuo y mejorando su calidad de vida a través de una nutrición más adecuada.